Recientemente
un pastor evangélico quemó un ejemplar del Corán en el interior de su iglesia, en Florida. En represalia,
grupos islámicos atacaron una sede de las Naciones Unidas en Afganistán y mataron a siete empleados.
La confrontación entre defensores de uno y otro libro ha dejado una
enorme cantidad de muertos y destrucción a lo largo de la historia.
Los dos bandos muestran una patética miopía mental al pensar que el (supuesto) creador de un universo que contiene
70.000 trillones de estrellas se preocupó de dictar un libro a
sus antepasados, pero no a los del otro bando,
a pesar de que vivían al lado.
Si sacaran la cabeza del agujero en el que la tienen metida, si en lugar de mirar la situación desde el punto de vista de
su cultura, de
sus antepasados, de
su territorio y de
su libro, la miraran desde la perspectiva de un eventual creador que supervisa un universo casi infinito, se darían cuenta de que sus pretensiones de ser los "elegidos" son absurdas.
Para ayudarlos en ese proceso de acercamiento a la realidad, se podría organizar una competencia de quema de "libros sagrados", durante la cual los evangélicos quemarían copias del Corán y los musulmanes quemarían copias de la Biblia. Se les podría dar un plazo de varias horas, para que pudieran quemar decenas de miles de ejemplares de cada libro.
La humanidad saldría beneficiada al librarse de toda esa basura, a ellos les serviría para desahogarse, y quizás algunos hasta lograrían darse cuenta de cuan
ridículas son sus creencias.
Como premio por cada libro quemado se les haría entrega de una copia de
El Fin de la Fe, obra que debiera ayudarlos a salir de la
Edad Media, en medio de la cual todavía se debaten estos
chiflados, que exhiben una
conducta xenofóbica común con sus primos chimpancés, con los cuales (curiosamente)
niegan cualquier parentesco.