Autor: Riskov
El cristianismo predica una deidad absoluta, con características supremas, lo máximo imaginable:
- Es perfecto.
- Es eterno.
- Es infinito.
- Es todopoderoso.
- Presenta la suprema justicia.
- Es omnisciente.
- Es omnibenevolente.
Es lógico deducir que una religión pretenda que su deidad sea suprema, insuperable, hasta llegar incluso a lo irracional. Vamos a analizar esto.
Es todopoderoso, cualidad por la que puede actuar de manera ilimitada. Sin embargo, es omnibenevolente, por lo que solo puede actuar bien. ¿Puede hacer algo negativo, malo? ¡No, es Dios! ¡Es perfecto, todo lo que hace es bueno! O bien es todopoderoso y entramos en un dilema sobre si puede hacer el mal manteniendo la virtud de la perfección o bien es mediopoderoso y solo puede hacer el bien. Incluso podemos profundizar más: si solo puede hacer lo correcto su capacidad de acción es muy limitada, incluso nula; solo podría tomar la mejor decisión, la cual estaría determinada.
Encarna la suprema justicia, cualidad por la que premia o castiga en exacta correspondencia a las acciones realizadas (y sus intenciones, supongo). Sin embargo, es omnibenevolente, por lo que solo premia. Es inimaginable que pueda castigar mostrando virtud de omnibenevolencia. ¿Pero si todo es benevolencia, como puede ser perfectamente justo? Además, no es menester recordar cada uno de los muchos pasajes bíblicos donde Jehová ordena castigar, incluso con genocidios.