No todos saben que el dogma religioso, sobre todo en el catolicismo, ni siquiera se deriva de las escrituras o de la revelación, sino de una opinión consensuada diseñada para sofocar a la disidencia dentro de la iglesia.
El
Concilio de Nicea, por ejemplo, fue convocado por el emperador Constantino en el
año 325 para resolver conflictos acerca de la divinidad de Jesús y de la existencia de la Trinidad. A pesar de cierto desacuerdo, ambas cuestiones fueron ratificadas. En otras palabras, asuntos cruciales relacionados con la verdad religiosa fueron resueltos por medio del
voto.
Otros eventos similares fueron:
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Siglo IX: los católicos adoptaron la
confesión individual como requisito para absolver el pecado.
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1870: el Concilio Vaticano I declaró la doctrina de la
infalibilidad papal.
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1950: el Papa Pío XII elevó a la categoría de dogma la
asunción corporal de María al cielo.
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2007: el Papa Benedicto XVI, con la asesoría de una comisión convocada por su predecesor, declaró que las almas de los bebés no bautizados podían ir al Cielo en lugar de
quedar retenidas en el Limbo.
Y ahora, en
Octubre de 2015, una reunión mundial de unos 270 obispos católicos recomendó
suavizar la política de la iglesia hacia los divorciados que se han vuelto a casar, afirmando que esas personas pueden resolver sus situaciones personales guiados por sacerdotes.