Probablemente uno de los temas que más preocupa a los seres humanos es el de la muerte. La perspectiva de desaparecer completamente después de la muerte del cuerpo es insoportable para mucha gente, pero el
Cristianismo ofrece una solución: la vida eterna junto a Dios.
Cuando se inventó el Cristianismo, hace más de 1.500 años, no se sospechaba que los animales y los seres humanos podíamos tener antepasados comunes, y la diferencia entre humanos y animales parecía tan grande, que era posible asumir que sólo los humanos teníamos
alma, una entidad que nos permitía acceder a la vida eterna.
Pero la situación actual es muy diferente. A mediados del siglo 19, Darwin observó una serie de características en los cuerpos de los animales que lo llevaron a formular su famosa teoría de la
Evolución de las Especies. Los descubrimientos posteriores, incluyendo a aquellos basados en las instrucciones contenidas en el
código genético, sólo han reforzado dicha teoría.