Autor:
Bernat
La banalización del sufrimiento puede tener consecuencias desastrosas. En el mundo de la psiquiatría se conocen personajes sin empatía hasta el punto que todos, desgraciadamente, conocemos en las noticias. Pueden llegar a ser personas amorales que sienten una total indiferencia hacia el sufrimiento ajeno. Son asesinos despiadados, fríos y calculadores.
Pero, la religión puede también producir una falta de empatía al considerar que muchos sufrimientos son culpa del pecado, castigos divinos, en definitiva, por lo que no sólo se aceptan, sino que se apoyan como acto de justicia. Pero, si el que sufre es alguien que no puede haber pecado, como los niños o los animales, se puede llegar a justificar como "voluntad de Dios".
En esos casos, las creencias irracionales sustituyen la empatía que es necesaria para la sana convivencia y no sólo eso, sino que "la justicia divina" favorece el sadismo, la venganza, el odio y la morbosidad. En tiempos de la Inquisición, se quemaban a los herejes en público convirtiéndolo en un espectáculo abominable en el que el pueblo se regodeaba ante los sufrimientos que "Dios imponía" por desobedecer su voluntad.