Algunos creyentes destacan las
conversiones de ciertos ateos en el lecho de muerte (la adopción de una determinada fe religiosa poco antes de morir) como un ejemplo de la debilidad de sus convicciones. Yo creo que tales conversiones serían inútiles aún si existiera un creador.
Los descubrimientos científicos de los últimos siglos, y especialmente los de las últimas décadas, revelan que el
universo evolucionó obedeciendo un conjunto de
leyes físicas, las cuales, actuando durante miles de millones de años, llegaron a producir vida inteligente en (al menos) un planeta, mientras la inmensa mayoría de otros cuerpos similares (planetas y lunas) no llegaron a albergarla, y probablemente nunca la albergarán. El universo no puede ser entonces el producto de una creación destinada a alojar vida inteligente, y lo más probable es que ella sea sólo la
consecuencia fortuita de ciertos fenómenos naturales.