La perspectiva que la ciencia nos presenta es, en cierto sentido, incómoda, porque hemos descubierto que somos más insignificantes de lo que jamás imaginamos. El universo seguiría siendo casi el mismo aunque todas las galaxias desaparecieran, nosotros incluidos. Somos insignificantes en un grado que Copérnico jamás habría imaginado. Y además, resulta que el futuro es sombrío.
Así que las dos enseñanzas que me gusta entregar son: somos insignificantes y el futuro es sombrío. Ahora bien, ustedes podrían pensar que eso debería deprimirlos, pero yo sostengo que debería animarlos y consolarlos.