He tenido varias discusiones con Javier en el
blog de FFuentes (*). La última –y definitiva, espero- terminó hace una semana, y la comento aquí como ejemplo del nivel de deshonestidad intelectual en el que pueden caer algunos cristianos con tal de defender a su dios.
Javier ha utilizado todos los medios retóricos a su alcance para eludir la inevitable conclusión:
su creencia en la resurrección de Jesús es irracional. Ha descalificado, lanzado cortinas de humo, inventado
falacias de falsa analogía camufladas bajo supuestos conocimientos superiores de lógica, edificado
muñecos de paja y dejado pasar la preciosa oportunidad de quedarse callado:
él siempre tiene la última palabra. Si no gana por medio de la razón, gana por aburrimiento.