El cristianismo afirma que Jesús resucitó y ascendió al Cielo a pesar de que esos eventos
violan la segunda ley de la termodinámica y la ley de gravedad. Como creador del universo y arquitecto de sus leyes, el dios de los cristianos debiera saber que no se pueden acreditar violaciones de leyes físicas sólo mediante escritos o tradición cultural, y por lo tanto
debiera haber dejado evidencia contundente, universal y permanente de esos acontecimientos portentosos e inverosímiles. Pero tal evidencia no existe, y eso implica que a Dios no le importa si aceptamos la historia de la naturaleza divina de Jesús, o bien, que prefiere que algunos no crean en ella.