11.- La historia de la Biblia coincide con la evidencia científica (!)

ADVERTENCIA: ARGUMENTOS IRRACIONALES (!)

A continuación voy a resumir la historia del Universo y de nosotros los humanos, demostrando que se puede compatibilizar fácilmente la verdad revelada por Dios en la Biblia y transmitida a nosotros por la Santa Iglesia Católica, con la evidencia científica de la que disponemos actualmente.

El inicio del Universo

Desde mucho antes del inicio del Universo que conocemos, (desde siempre para ser más precisos), ha existido un Ser Superior, un Espíritu Supremo, una Inteligencia Infinita, en un plano inaccesible e incomprensible para nosotros. A este Ser Superior se le conoce con el nombre de "Dios".

Hace unos 13.700 millones de años, Dios decidió crear un Universo, con el fin último de sentirse acompañado por creaturas inteligentes que lo amasen por sobre todas las cosas, y a quienes Él también pudiese amar, con la infinita capacidad de la cual sólo Él es capaz.

Dios acumuló energía en un punto microscópico (o "átomo primordial") y luego generó una gran expansión, denominada "Big Bang", a partir de la cual creó también el espacio y el tiempo. Los científicos no pueden explicar totalmente cómo ocurrió el Big Bang, lo cual es evidencia de que fue Dios quien lo originó.

Como Dios había estipulado y configurado cuidadosamente las leyes de gravedad, electromagnetismo, atracción nuclear, etc., el Universo evolucionó certeramente hacia el objetivo que Dios había proyectado.

La evolución del Universo

El Big Bang dio lugar (con el tiempo) a la formación de átomos livianos, tales como el hidrógeno y el helio, los cuales, bajo la acción de la gravedad y luego de millones de años, se aglomeraron para formar las estrellas, las cuales –por acción de la misma fuerza- se agruparon en galaxias.

Dios puso suficiente energía en el "átomo primordial" como para formar (eventualmente) alrededor de 100.000 millones de galaxias, con unos 100.000 millones de estrellas cada una. Podría parecer una cantidad exagerada de estrellas si se toma en cuenta que el objetivo final era sólo nuestra existencia, pero Dios sabe muy bien porqué lo hizo así, y no nos corresponde a nosotros cuestionar sus motivos.

En el interior de las estrellas, bajo presiones y temperaturas enormes, se formaban átomos pesados, tales como el carbono, el oxígeno, el calcio y otros, los cuales iban a ser fundamentales para la futura existencia de los seres humanos. Naturalmente, Dios había previsto todo esto, y era la forma más simple que había encontrado para crear dichos átomos.

Cuando se agotaba el combustible nuclear de las estrellas más grandes, explotaban en la forma de supernovas, "sembrando" el espacio con los átomos esenciales para la vida, cumpliendo así el objetivo que Dios se había trazado.

El Sistema Solar

Hará unos 5.000 millones de años, una gran estrella agotó su combustible y explotó en nuestra vecindad. A partir de sus restos y de las nubes de gas presentes en el espacio, Dios creó el Sol, además de un conjunto de cuerpos sólidos y gaseosos que orbitan a su alrededor, entre los cuales se cuentan 8 planetas, alrededor de 150 lunas, así como millones de asteroides y cometas.

Dios tuvo mucho cuidado de fijar la distancia del tercer planeta (denominado "Tierra") al Sol de tal forma que pudiese existir en él agua en estado líquido, ya que este elemento es esencial para la vida que había planificado cuando creó el Universo. Los otros planetas no tuvieron la misma suerte, y no sabemos para qué los creó Dios, exceptuando a Júpiter, porque ocasionalmente nos protege de algunos cometas peligrosos. Tampoco sabemos para qué creó tantas lunas, pero no es correcto plantearse ese tipo de preguntas.

Hace unos 4.000 millones de años, Dios colocó a un cuerpo del tamaño de Marte en ruta de colisión con la Tierra. El impacto resultante, el más grande que alguna vez haya recibido nuestro planeta, había sido planificado con precisión por Dios para que ocurriese cerca del borde de la esfera terrestre (no en el centro, porque la habría destruido, arruinando sus planes de contar con seres que lo amasen) y tenía como objetivo formar un gran satélite para nuestro planeta, el cual se denomina "Luna".

La Luna fue crucial en la evolución de la vida en la Tierra, ya que estabiliza su eje de rotación. Además, en sus primeros tiempos estaba mucho más cerca de nuestro planeta que ahora, por lo que provocaba mareas gigantescas que penetraban kilómetros tierra adentro, arrastrando minerales y nutrientes de vuelta hacia el mar, donde Dios había planificado sembrar la vida.

Pero como muy bien Dios había proyectado, esas mismas fuerzas de marea frenaban la órbita del satélite, alejándolo gradualmente de la Tierra, hasta alcanzar la distancia óptima actual, que le otorga un diámetro aparente idéntico al del Sol, lo que nos permite disfrutar de vez en cuando de maravillosos eclipses. Resulta evidente que sólo Dios pudo haber calculado todo esto con tal precisión.

La evolución de la vida

Por alguna razón desconocida, o quizás por el bajo contenido de oxígeno en la atmósfera, Dios no nos creó a nosotros de inmediato, sino que prefirió sembrar los océanos con vida microscópica, hace unos 3.500 millones de años. Los científicos no han podido encontrar todavía una explicación detallada y completa de cómo surgió la vida, lo cual es evidencia de que fue creada por Dios, y por consiguiente, de que la vida es sagrada.

La vida evolucionó en forma natural, pero guiada por la mano de Dios hacia el objetivo que Él tenía en mente, desde antes de crear el Universo, y que naturalmente éramos nosotros.

Hace unos 180 millones de años surgieron en la Tierra unos inmensos animales denominados "dinosaurios", los cuales dominaron el planeta durante más de 100 millones de años. No está claro porqué Dios les permitió existir durante tanto tiempo, ya que no estaban destinados a amarlo, pero lo que sí está claro, es que hace 65 millones de años Dios se cansó de ellos y ajustó la trayectoria de un gran asteroide para estrellarlo contra la Tierra, terminando así de una vez por todas con esas bestias salvajes.

Los mamíferos, que habían sido creados por Dios algunas decenas de millones de años antes, pero que no habían podido crecer debido a la amenaza permanente de los dinosaurios, quedaron entonces en condiciones de desarrollarse libremente, evidenciando así la visión e inteligencia del Plan Divino.

La aparición de los seres humanos

Dios guió la evolución de los mamíferos hacia los primates, los homínidos y eventualmente al hombre moderno, u "homo sapiens" (como le llaman los científicos, algunos de los cuales arrogantemente pretenden saber más que Dios).

En algún momento, durante la transición de homínidos a humanos, Dios comenzó a "insuflar" el alma en los humanos que nacían. El alma es un elemento esencial para que los seres humanos sobrevivamos a la muerte y podamos acompañar y amar a Dios por toda la eternidad, y por lo tanto, es ridículo dudar de su existencia. (Como todo el mundo sabe, Dios insufla el alma en cada óvulo en el instante en que es fecundado por un espermatozoide, lo que implica que actualmente Dios debe estar insuflando alrededor de 4 almas en cada segundo, número insignificante si se toma en cuenta su omnipotencia).

Es cierto que el cambio gradual de homínidos en humanos evidenciado en el registro fósil plantea una dificultad en lo concerniente a la existencia del alma, porque en algún momento un homínido sin alma debería haber procreado a un humano con alma, pero esta es la clase de milagros que Dios es capaz de hacer, y dudar de ello es completamente ilógico.

La historia de los seres humanos

Naturalmente Dios observaba con atención el proceso evolutivo humano, esperando pacientemente el momento en que sus creaturas predilectas tomasen conciencia de Su Existencia y comenzasen a amarlo.

Pero nuestros antepasados remotos eran unos salvajes que, impulsados por necesidades tan vulgares como las de alimentarse y de reproducirse, cometían toda clase de violaciones a la ética y a la moral divina.

Más de 100.000 años toleró Dios este mal comportamiento, pero hace 2.000 años no pudo soportarlo más. Para solucionar el problema, con la elegancia y simplicidad de la cual sólo Él es capaz, se envió a sí mismo en la forma de un espíritu (conocido como "Espíritu Santo") a impregnar a una mujer virgen (que estaba casada, pero que no había sido tocada por su esposo) con el objeto de que ella diese a luz a su Hijo, que era también Él mismo.

Es cierto que parece contradictorio que Dios sea una persona y tres personas al mismo tiempo, pero esto sólo resulta inaceptable para las personas de espíritu malvado, que se niegan a creer en la Grandeza Divina, motivadas por su falta de fe, es decir por su resistencia infundada a creer en Dios. Estas personas alegan que no existe evidencia para creer en Él. ¡Increíble! ¿Qué acaso no es evidencia todo el relato anterior?

Continuando con la historia, Dios Hijo (conocido como Jesucristo) comenzó a cumplir su importante misión a los 30 años, recorriendo una pequeñísima parte del planeta, mientras pronunciaba hermosos sermones, a la vez que realizaba milagros, demostrando de esa forma su Naturaleza Divina.

Para culminar su misión, Jesucristo se dejó asesinar en forma extremadamente sádica y cruel, pero luego de estar muerto durante 3 días, resucitó en cuerpo y alma, y ascendió al cielo ante la mirada estupefacta de un grupo de testigos analfabetos, quienes no pudieron dejar ningún testimonio escrito de tan extraordinario acontecimiento.

Algunos incrédulos piensan que si Dios hubiese querido dejar un mejor testimonio de su visita en esta Tierra habría enviado a su Hijo a Egipto o a la China, donde estaban bastante más avanzados que en Palestina, pero no toman en cuenta que la gente que habitaba esos lugares (así como el resto del planeta) era gente mala, que no merecía escuchar la palabra de Dios.

El sacrificio de Jesucristo fue clave para que Dios perdonase los pecados de todos los humanos anteriores y posteriores a su venida. Resulta evidente (excepto para los herejes, paganos y ateos de este mundo) que Dios no tendría porqué haber perdonado los pecados de sus creaturas si no se hubiese sacrificado a sí mismo de esa forma tan sangrienta.

Todo lo anterior está documentado en la Biblia, un libro escrito por los descendientes de los descendientes de los descendientes de los testigos de tan extraordinario acontecimiento. La prueba irrefutable de que todo esto ocurrió es clara (excepto para los pobres de espíritu): el libro lo dice, y la Santa Iglesia así lo enseña.

La historia de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana (ICAR)

De acuerdo a la ICAR, el sucesor directo de Jesucristo, Pedro, murió y fue sepultado en el lugar donde actualmente se levanta el cuartel general edificio central de la ICAR, lo que (de acuerdo a la misma ICAR) es evidencia de que Dios quería que dicha institución fuese la continuadora de la obra de Jesucristo. Se puede constatar que se trata de un argumento impecable, sin ninguna semejanza a una vulgar falacia de petición de principio.

La ICAR nos enseña que Dios preparó dos grandes espacios para recibir las almas de los muertos: el Cielo y el Infierno. Bueno, hasta hace poco nos decía que existía un tercer espacio, un lugar intermedio denominado Purgatorio, que era una especie de antesala del Cielo, y sabemos que la ICAR vendía –con todo derecho- "indulgencias", para acortar la estadía en ese lugar de quienes podían pagarlas. Pero el Purgatorio fue derogado por la ICAR, lo cual es evidencia de que no es una organización inflexible, como dicen injustamente muchos de sus malvados detractores.

El Infierno es un lugar horroroso, en el cual arden por toda la eternidad quienes no han creído en la existencia de Dios. Aparentemente existiría una contradicción entre la intención original de Dios (crear a seres a quienes amar) y el espantoso castigo que le impone a quienes no creen en él, pero se trata de un argumento infundado. Después de todo, ¿qué justificación existe para no creer en Él? Quienes no cumplen con esa exigencia tan básica, se lo tienen bien merecido.

El Cielo es un lugar maravilloso, donde los creyentes se regocijan por toda la eternidad ante la presencia de Dios, aunque algunos de sus seres queridos estén al mismo tiempo quemándose en el Infierno. ¿Cómo puede ser esto posible? Pues… Dios lo hace posible. No olvidemos que para Dios no hay nada imposible.

La ICAR ha sido injustamente criticada por matar a miles de herejes quemándolos en la hoguera, como si se tratase de actos criminales. ¡Pero es todo lo contrario! Los herejes son personas extremadamente dañinas, porque pueden inducir a jóvenes inocentes a alejarse de Dios y de su Iglesia, condenándolos de esa forma al castigo eterno. Y dado que los herejes van a arder eternamente en el Infierno, ¿qué importancia tiene que se quemen un poco antes de ir allá? Quemarlos en este mundo se justifica entonces plenamente, ya que equivale a elegir el mal menor. Este es sólo un ejemplo más de la impecable lógica de la ICAR.

Conclusión

Se puede concluir que:

• El camino elegido por Dios para contar con seres que lo amasen y a quienes amar no pudo haber sido más simple y directo.
• La historia de la Biblia (con algunos ajustes menores) es totalmente compatible con la evidencia científica de la que disponemos actualmente.
• Debemos creer en todo lo que nos enseña la Santa Iglesia Católica, porque es la continuadora de la obra de Jesucristo, Dios hecho hombre, como ha quedado perfectamente demostrado.