Autor: Riskov
Permítanme presentar un artículo más largo de lo habitual. Así se requiere para poder analizar dos capítulos muy importantes de la vida de Jesús el galileo y, por extensión, de la cristiandad. Se expondrán los pasajes bíblicos que tratan el arresto, la condena y la resurrección, seguido de unas conclusiones razonables.
Las citas bíblicas son íntegras, lo que conlleva la longitud de este ensayo. Para una más rápida lectura se puede confiar en que lo único que hay personalizado son las observaciones al final de cada una de las cuatro partes y las conclusiones al final del ensayo.
PARTE I: ARRESTO
MARCOS
Todavía estaba hablando Jesús cuando Judas, uno de los doce discípulos, llegó acompañado de mucha gente armada con espadas y con palos. Iban de parte de los jefes de los sacerdotes, de los maestros de la ley y de los ancianos. Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles: «Al que yo bese, ése es; arréstenlo y llévenselo bien sujeto.» Así que se acercó a Jesús y le dijo:
- ¡Maestro!
Y lo besó. Entonces le echaron mano a Jesús y lo arrestaron.
Pero uno de los que estaban allí sacó su espada y le cortó una oreja al criado del sumo sacerdote. Y Jesús preguntó a la gente:
- ¿Por qué han venido ustedes con espadas y con palos a arrestarme, como si yo fuera un bandido? Todos los días he estado entre ustedes enseñando en el templo, y nunca me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.
Todos los discípulos dejaron solo a Jesús, y huyeron. Pero un joven lo seguía, cubierto sólo con una sábana. A éste lo agarraron, pero él soltó la sábana y escapó desnudo.
MATEO
Todavía estaba hablando Jesús, cuando Judas, uno de los doce discípulos, llegó acompañado de mucha gente armada con espadas y con palos. Iban de parte de los jefes de los sacerdotes y de los ancianos del pueblo. Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles: «Al que yo bese, ése es; arréstenlo.» Así que, acercándose a Jesús, dijo:
- ¡Buenas noches, Maestro!
Y lo besó. Jesús le contestó:
- Amigo, adelante con tus planes.
Entonces los otros se acercaron, echaron mano a Jesús y lo arrestaron.
En eso, uno de los que estaban con Jesús sacó su espada y le cortó una oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
- Guarda tu espada en su lugar. Porque todos los que pelean con la espada, también a espada morirán ¿No sabes que yo podría rogarle a mi Padre, y él me mandaría ahora mismo más de doce ejércitos de ángeles? Pero en ese caso, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, que dicen que debe suceder así?
En seguida Jesús preguntó a la gente:
- ¿Por qué han venido ustedes con espadas y con palos a arrestarme, como si yo fuera un bandido? Todos los días he estado enseñando en el templo, y nunca me arrestaron. Pero todo esto sucede para que se cumpla lo que dijeron los profetas en las Escrituras.
En aquel momento, todos los discípulos dejaron solo a Jesús y huyeron.
LUCAS
Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó mucha gente. El que se llamaba Judas, que era uno de los doce discípulos, iba a la cabeza. Éste se acercó a besar a Jesús, pero Jesús le dijo:
- Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?
Los que estaban con Jesús, al ver lo que pasaba, le preguntaron:
- Señor, ¿atacamos con espada?
Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Jesús dijo:
- Déjenlos; ya basta.
Y le tocó la oreja al criado, y lo sanó. Luego dijo a los jefes de los sacerdotes, a los oficiales del templo y a los ancianos, que habían venido a llevárselo:
- ¿Por qué han venido ustedes con espadas y con palos, como si yo fuera un bandido? Todos los días he estado con ustedes en el templo, y no trataron de arrestarme. Pero ésta es la hora de ustedes, la hora del poder de las tinieblas.
JUAN
Después de decir esto, Jesús salió con sus discípulos para ir al otro lado del arroyo Cedrón. Allí había un huerto, donde Jesús entró con sus discípulos. También Judas, el que lo estaba traicionando, conocía el lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Así que Judas llegó con una tropa de soldados y con algunos guardianes del templo enviados por los jefes de los sacerdotes y por los fariseos. Estaban armados, y llevaban lámparas y antorchas. Pero como Jesús ya sabía todo lo que le iba a pasar, salió y les preguntó:
- ¿A quién buscan?
Ellos le contestaron:
- A Jesús de Nazaret.
Jesús dijo:
- Yo soy.
Judas, el que lo estaba traicionando, se encontraba allí con ellos. Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», se echaron hacia atrás y cayeron al suelo. Jesús volvió a preguntarles:
- ¿A quién buscan?
Y ellos repitieron:
- A Jesús de Nazaret.
Jesús les dijo otra vez:
- Ya les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que estos otros se vayan.
Esto sucedió para que se cumpliera lo que Jesús mismo había dicho: «Padre, de los que me diste, no se perdió ninguno.» Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó y le cortó la oreja derecha a uno llamado Malco, que era criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo a Pedro:
- Vuelve a poner la espada en su lugar. Si el Padre me da a beber este trago amargo, ¿acaso no habré de beberlo?
OBSERVACIONES
Los cuatro relatos son muy similares. Salvo algún detalle, como el del joven desnudo de Marcos, pasaje enigmático. Lucas añade un milagro sobre la oreja cortada que los otros no mencionan. Por último, Juan no dice nada sobre el beso de Judas, sino que Jesús se adelanta porque ya sabía que lo buscaban.
PARTE II: CRUCIFIXIÓN
MARCOS
Un hombre de Cirene, llamado Simón, padre de Alejandro y de Rufo, llegaba entonces del campo. Al pasar por allí, lo obligaron a cargar con la cruz de Jesús.
Llevaron a Jesús a un sitio llamado Gólgota (que significa: «Lugar de la Calavera»); y le dieron vino mezclado con mirra, pero Jesús no lo aceptó. Entonces lo crucificaron. Y los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús y ver qué se llevaría cada uno.
Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. Y pusieron un letrero en el que estaba escrita la causa de su condena: «El Rey de los judíos.» Con él crucificaron también a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
Los que pasaban lo insultaban, meneando la cabeza y diciendo:
- ¡Eh, tú, que derribas el templo y en tres días lo vuelves a levantar, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz!
De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Decían:
- Salvó a otros, pero a sí mismo no puede salvarse. ¡Que baje de la cruz ese Mesías, Rey de Israel, para que veamos y creamos!
Y hasta los que estaban crucificados con él lo insultaban.
MATEO
Al salir de allí, encontraron a un hombre llamado Simón, natural de Cirene, a quien obligaron a cargar con la cruz de Jesús.
Cuando llegaron a un sitio llamado Gólgota, (es decir, «Lugar de la Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero Jesús, después de probarlo, no lo quiso beber.
Cuando ya lo habían crucificado, los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. Luego se sentaron allí para vigilarlo. Y por encima de su cabeza pusieron un letrero, donde estaba escrita la causa de su condena. El letrero decía: «Éste es Jesús, el Rey de los judíos.»
También fueron crucificados con él dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban lo insultaban, meneando la cabeza y diciendo:
- ¡Tú ibas a derribar el templo y a reconstruirlo en tres días! ¡Si eres Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz!
De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, junto con los ancianos. Decían:
- Salvó a otros, pero a sí mismo no puede salvarse. Es el Rey de Israel: ¡pues que baje de la cruz, y creeremos en él! Ha puesto su confianza en Dios: ¡pues que Dios lo salve ahora, si de veras lo quiere! ¿No nos ha dicho que es Hijo de Dios?
Y hasta los bandidos que estaban crucificados con él, lo insultaban.
LUCAS
Cuando llevaron a Jesús a crucificarlo, echaron mano de un hombre de Cirene llamado Simón, que venía del campo, y lo hicieron cargar con la cruz y llevarla detrás de Jesús.
Mucha gente y muchas mujeres que lloraban y gritaban de tristeza por él, lo seguían. Pero Jesús las miró y les dijo:
- Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas y por sus hijos. Porque vendrán días en que se dirá: “Dichosas las que no pueden tener hijos, las mujeres que no dieron a luz ni tuvieron hijos que criar." Entonces comenzará la gente a decir a los montes: "¡Caigan sobre nosotros!", y a las colinas: "¡Escóndannos!" Porque si con el árbol verde hacen todo esto, ¿qué no harán con el seco?
También llevaban a dos criminales, para crucificarlos junto con Jesús. Cuando llegaron al sitio llamado La Calavera, crucificaron a Jesús y a los dos criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda. [Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»]
Y los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. La gente estaba allí mirando; y hasta las autoridades se burlaban de él, diciendo:
- Salvó a otros; que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido.
Los soldados también se burlaban de Jesús. Se acercaban y le daban a beber vino agrio, diciéndole:
- ¡Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo!
Y había un letrero sobre su cabeza, que decía: «Éste es el Rey de los judíos.»
Uno de los criminales que estaban colgados, lo insultaba:
- ¡Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos también a nosotros!
Pero el otro reprendió a su compañero, diciéndole:
- ¿No tienes temor de Dios, tú que estás bajo el mismo castigo? Nosotros estamos sufriendo con toda razón, porque estamos pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero este hombre no hizo nada malo.
Luego añadió:
- Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar.
Jesús le contestó:
- Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.
JUAN
Jesús salió llevando su cruz, para ir al llamado «Lugar de la Calavera» (que en hebreo se llama Gólgota). Allí lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, quedando Jesús en el medio. Pilato escribió un letrero que decía: «Jesús de Nazaret, Rey de los judíos», y lo mandó poner sobre la cruz. Muchos judíos leyeron aquel letrero, porque el lugar donde crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad, y el letrero estaba escrito en hebreo, latín y griego. Por eso, los jefes de los sacerdotes judíos dijeron a Pilato:
- No escribas: "Rey de los judíos", sino escribe: "El que dice ser Rey de los judíos".
Pero Pilato les contestó:
- Lo que he escrito, escrito lo dejo.
Después que los soldados crucificaron a Jesús, recogieron su ropa y la repartieron en cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también la túnica, pero como era sin costura, tejida de arriba abajo de una sola pieza, los soldados se dijeron unos a otros:
- No la rompamos, sino echémosla a suertes, a ver a quién le toca.
Así se cumplió la Escritura que dice: «Se repartieron entre sí mi ropa, y echaron a suertes mi túnica.» Esto fue lo que hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre:
- Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Luego le dijo al discípulo:
- Ahí tienes a tu madre.
Desde entonces, ese discípulo la recibió en su casa.
OBSERVACIONES
Los cuatro relatos vuelven a ser muy similares. Hay pequeñas diferencias, tales como quien portó la cruz, si fue Simón o Jesús, o el detalle de Lucas sobre el criminal crucificado que creyó a Jesús.
En la primera diferencia sólo discrepa Juan, que no profundiza en ello. Quizá se trate de una omisión. La segunda diferencia es de Lucas y resulta extraña: la conversación entre Jesús y los bandidos en sus cruces es raro que pueda haber sido recogida por los testigos (que debían estar a una distancia prudencial).
PARTE III: MUERTE Y SEPULTURA
MARCOS
Al llegar el mediodía, toda la tierra quedó en oscuridad hasta las tres de la tarde. A esa misma hora, Jesús gritó con fuerza: «Eloí, Eloí, ¿lemá sabactani?» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y dijeron:
- Oigan, está llamando al profeta Elías.
Entonces uno de ellos corrió, empapó una esponja en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó a Jesús para que bebiera, diciendo:
- Déjenlo, a ver si Elías viene a bajarlo de la cruz.
Pero Jesús dio un fuerte grito, y murió. Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El capitán romano, que estaba frente a Jesús, al ver que éste había muerto, dijo:
- Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
También había algunas mujeres mirando de lejos; entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé. Estas mujeres habían seguido a Jesús y lo habían ayudado cuando él estaba en Galilea. Además había allí muchas otras que habían ido con él a Jerusalén.
Como ése era día de preparación, es decir, víspera del sábado, y ya era tarde, José, natural de Arimatea y miembro importante de la Junta Suprema, el cual también esperaba el reino de Dios, se dirigió con decisión a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al capitán para preguntarle cuánto tiempo hacía de ello. Cuando el capitán lo hubo informado, Pilato entregó el cuerpo a José. Entonces José compró una sábana de lino, bajó el cuerpo y lo envolvió en ella. Luego lo puso en un sepulcro excavado en la roca, y tapó la entrada del sepulcro con una piedra. María Magdalena y María la madre de José, miraban dónde lo ponían.
MATEO
Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en oscuridad. A esa misma hora, Jesús gritó con fuerza: «Elí, Elí, ¿lemá sabactani?» (es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y dijeron:
- Éste está llamando al profeta Elías.
Al momento, uno de ellos fue corriendo en busca de una esponja, la empapó en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó para que bebiera. Pero los otros dijeron:
- Déjalo, a ver si Elías viene a salvarlo.
Jesús dio otra vez un fuerte grito, y murió. En aquel momento el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló, las rocas se partieron y los sepulcros se abrieron; y hasta muchas personas santas, que habían muerto, volvieron a la vida. Entonces salieron de sus tumbas, después de la resurrección de Jesús, y entraron en la santa ciudad de Jerusalén, donde mucha gente los vio.
Cuando el capitán y los que estaban con él vigilando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que estaba pasando, se llenaron de miedo y dijeron:
- ¡De veras este hombre era Hijo de Dios!
Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea y que lo habían ayudado. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Cuando ya anochecía, llegó un hombre rico llamado José, natural de Arimatea, que también se había hecho seguidor de Jesús. José fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo dieran, y José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana de lino limpia y lo puso en un sepulcro nuevo, de su propiedad, que había hecho cavar en la roca. Después de tapar la entrada del sepulcro con una gran piedra, se fue. Pero María Magdalena y la otra María se quedaron sentadas frente al sepulcro.
LUCAS
Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en oscuridad. El sol dejó de brillar, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Jesús gritó con fuerza y dijo:
- ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Y al decir esto, murió.
Cuando el capitán romano vio lo que había pasado, alabó a Dios, diciendo:
- De veras, este hombre era inocente.
Toda la multitud que estaba presente y que vio lo que había pasado, se fue de allí golpeándose el pecho. Todos los conocidos de Jesús se mantenían a distancia; también las mujeres que lo habían seguido desde Galilea estaban allí mirando.
Había un hombre bueno y justo llamado José, natural de Arimatea, un pueblo de Judea. Pertenecía a la Junta Suprema de los judíos. Este José, que esperaba el reino de Dios y que no estuvo de acuerdo con lo que la Junta había hecho, fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana de lino y lo puso en un sepulcro excavado en una peña, donde todavía no habían sepultado a nadie. Era el día de la preparación para el sábado, que ya estaba a punto de comenzar.
Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea, fueron y vieron el sepulcro, y se fijaron en cómo habían puesto el cuerpo. Cuando volvieron a casa, prepararon perfumes y ungüentos.
JUAN
Después de esto, como Jesús sabía que ya todo se había cumplido, y para que se cumpliera la Escritura, dijo:
- Tengo sed.
Había allí un jarro lleno de vino agrio. Empaparon una esponja en el vino, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús bebió el vino agrio, y dijo:
- Todo está cumplido.
Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.
Era el día antes de la Pascua, y los judíos no querían que los cuerpos quedaran en las cruces durante el sábado, pues precisamente aquel sábado era muy solemne. Por eso le pidieron a Pilato que ordenara quebrar las piernas a los crucificados y que quitaran de allí los cuerpos. Los soldados fueron entonces y le quebraron las piernas al primero, y también al otro que estaba crucificado junto a Jesús. Pero al acercarse a Jesús, vieron que ya estaba muerto. Por eso no le quebraron las piernas.
Sin embargo, uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua. El que cuenta esto es uno que lo vio, y dice la verdad; él sabe que dice la verdad, para que ustedes también crean. Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura que dice: «No le quebrarán ningún hueso.» Y en otra parte, la Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron.»
Después de esto, José, el de Arimatea, pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a las autoridades judías. Pilato le dio permiso, y José fue y se llevó el cuerpo. También Nicodemo, el que una noche fue a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos de un perfume, mezcla de mirra y áloe. Así pues, José y Nicodemo tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas empapadas en aquel perfume, según la costumbre que siguen los judíos para enterrar a los muertos. En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde todavía no habían puesto a nadie. Allí pusieron el cuerpo de Jesús, porque el sepulcro estaba cerca y porque ya iba a empezar el sábado de los judíos.
OBSERVACIONES
Los cuatro relatos son casi idénticos; sólo un par de detalles.
Los dos primeros describen milagros sobresalientes en este capítulo. Por otra parte, Juan se desmarca con un testigo masculino, a pesar de que los anteriores dejaron claro que sólo había mujeres.
PARTE IV: RESURRECCIÓN Y APARICIONES
MARCOS
Pasado el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago, y Salomé, compraron perfumes para perfumar el cuerpo de Jesús. Y el primer día de la semana fueron al sepulcro muy temprano, apenas salido el sol, diciéndose unas a otras:
- ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?
Pero, al mirar, vieron que la piedra ya no estaba en su lugar. Esta piedra era muy grande. Cuando entraron en el sepulcro vieron, sentado al lado derecho, a un joven vestido con una larga ropa blanca. Las mujeres se asustaron, pero él les dijo:
- No se asusten. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. Ha resucitado; no está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron. Vayan y digan a sus discípulos, y a Pedro: "Él va a Galilea para reunirlos de nuevo; allí lo verán, tal como les dijo."
Entonces las mujeres salieron huyendo del sepulcro, pues estaban temblando, asustadas. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
[Después que Jesús hubo resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue y avisó a los que habían andado con Jesús, que estaban tristes y llorando. Éstos, al oír que Jesús vivía y que ella lo había visto, no lo creyeron.
Después de esto, Jesús se apareció en otra forma a dos de ellos que iban caminando hacia el campo. Éstos fueron y avisaron a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.
Más tarde, Jesús se apareció a los once discípulos, mientras ellos estaban sentados a la mesa. Los reprendió por su falta de fe y su terquedad, ya que no creyeron a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia. El que crea y sea bautizado, obtendrá la salvación; pero el que no crea, será condenado. Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes; y si beben algo venenoso, no les hará daño; además pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos sanarán.»
Después de hablarles, el Señor Jesús fue levantado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron a anunciar el mensaje por todas partes; y el Señor los ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas.]
MATEO
Pasado el sábado, cuando al anochecer comenzaba el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto hubo un fuerte temblor de tierra, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra que lo tapaba y se sentó sobre ella. El ángel brillaba como un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve. Al verlo, los soldados temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel dijo a las mujeres:
- No tengan miedo. Yo sé que están buscando a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, sino que ha resucitado, como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron. Vayan pronto y digan a los discípulos: "Ha resucitado, y va a Galilea para reunirlos de nuevo; allí lo verán." Esto es lo que yo tenía que decirles.
Las mujeres se fueron rápidamente del sepulcro, con miedo y mucha alegría a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos. En eso, Jesús se presentó ante ellas y las saludó. Ellas se acercaron a Jesús y lo adoraron, abrazándole los pies, y él les dijo:
- No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea, y que allá me verán.
Mientras iban las mujeres, algunos soldados de la guardia llegaron a la ciudad y contaron a los jefes de los sacerdotes todo lo que había pasado. Estos jefes fueron a hablar con los ancianos, para ponerse de acuerdo con ellos. Y dieron mucho dinero a los soldados, a quienes advirtieron:
- Ustedes digan que durante la noche, mientras ustedes dormían, los discípulos de Jesús vinieron y robaron el cuerpo. Y si el gobernador se entera de esto, nosotros lo convenceremos, y a ustedes les evitaremos dificultades.
Los soldados recibieron el dinero e hicieron lo que se les había dicho. Y ésta es la explicación que hasta el día de hoy circula entre los judíos.
Así pues, los once discípulos se fueron a Galilea, al cerro que Jesús les había indicado. Y cuando vieron a Jesús, lo adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó a ellos y les dijo:
- Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.
LUCAS
Las mujeres descansaron el sábado, conforme al mandamiento, pero el primer día de la semana regresaron al sepulcro muy temprano, llevando los perfumes que habían preparado. Al llegar, se encontraron con que la piedra que tapaba el sepulcro no estaba en su lugar; y entraron, pero no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían qué pensar de esto, cuando de pronto vieron a dos hombres de pie junto a ellas, vestidos con ropas brillantes. Llenas de miedo, se inclinaron hasta el suelo; pero aquellos hombres les dijeron:
- ¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que está vivo? No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea: 7 que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de pecadores, que lo crucificarían y que al tercer día resucitaría.
Entonces ellas se acordaron de las palabras de Jesús, y al regresar del sepulcro contaron todo esto a los once apóstoles y a todos los demás. Las que llevaron la noticia a los apóstoles fueron María Magdalena, Juana, María madre de Santiago, y las otras mujeres. Pero a los apóstoles les pareció una locura lo que ellas decían, y no querían creerles.
Sin embargo, Pedro se fue corriendo al sepulcro; y cuando miró dentro, no vio más que las sábanas. Entonces volvió a casa, admirado de lo que había sucedido.
Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. Iban hablando de todo lo que había pasado. 15 Mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos. Pero aunque lo veían, algo les impedía darse cuenta de quién era. Jesús les preguntó:
- ¿De qué van hablando ustedes por el camino?
Se detuvieron tristes, y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, contestó:
- ¿Eres tú el único que ha estado alojado en Jerusalén y que no sabe lo que ha pasado allí en estos días?
Él les preguntó:
- ¿Qué ha pasado?
Le dijeron:
- Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. Nosotros teníamos la esperanza de que él sería el que había de libertar a la nación de Israel. Pero ya hace tres días que pasó todo eso. Aunque algunas de las mujeres que están con nosotros nos han asustado, pues fueron de madrugada al sepulcro, y como no encontraron el cuerpo, volvieron a casa. Y cuentan que unos ángeles se les han aparecido y les han dicho que Jesús vive. Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como las mujeres habían dicho, pero a Jesús no lo vieron.
Entonces Jesús les dijo:
- ¡Qué faltos de comprensión son ustedes y qué lentos para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser glorificado?
Luego se puso a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de él, comenzando por los libros de Moisés y siguiendo por todos los libros de los profetas.
Al llegar al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba a seguir adelante. Pero ellos lo obligaron a quedarse, diciendo:
- con nosotros, porque ya es tarde. Se está haciendo de noche.
Jesús entró, pues, para quedarse con ellos. Cuando ya estaban sentados a la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús; pero él desapareció. Y se dijeron el uno al otro:
- ¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Sin esperar más, se pusieron en camino y volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once apóstoles y a sus compañeros, que les dijeron:
- De veras ha resucitado el Señor, y se le ha aparecido a Simón.
Entonces ellos dos les contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo reconocieron a Jesús cuando partió el pan.
Estaban todavía hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:
- Paz a ustedes.
Ellos se asustaron mucho, pensando que estaban viendo un espíritu. Pero Jesús les dijo:
- ¿Por qué están asustados? ¿Por qué tienen esas dudas en su corazón? Miren mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que tengo yo.
Al decirles esto, les enseñó las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó:
- ¿Tienen aquí algo que comer?
Le dieron un pedazo de pescado asado, y él lo aceptó y lo comió en su presencia. Luego les dijo:
- Lo que me ha pasado es aquello que les anuncié cuando estaba todavía con ustedes: que había de cumplirse todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos.
Entonces hizo que entendieran las Escrituras, y les dijo:
- Está escrito que el Mesías tenía que morir, y resucitar al tercer día, y que en su nombre se anunciará a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. Comenzando desde Jerusalén, ustedes deben dar testimonio de estas cosas. Y yo enviaré sobre ustedes lo que mi Padre prometió. Pero ustedes quédense aquí, en la ciudad de Jerusalén, hasta que reciban el poder que viene del cielo.
Luego Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta Betania, y alzando las manos los bendijo. Y mientras los bendecía, se apartó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de adorarlo, volvieron a Jerusalén muy contentos. Y estaban siempre en el templo, alabando a Dios.
JUAN
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro; y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Entonces se fue corriendo a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:
- ¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos; pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar, y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas; y además vio que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado, y creyó. Pues todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar. Luego, aquellos discípulos regresaron a su casa.
María se quedó afuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó para mirar dentro, y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies. Los ángeles le preguntaron:
- Mujer, ¿por qué lloras?
Ella les dijo:
- Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.
Apenas dijo esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, pero no sabía que era él. Jesús le preguntó:
- Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo:
- Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, para que yo vaya a buscarlo.
Jesús entonces le dijo:
- ¡María!
Ella se volvió y le dijo en hebreo:
- ¡Rabuni! (que quiere decir: «Maestro»).
Jesús le dijo:
- No me retengas, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y Padre de ustedes, mi Dios y Dios de ustedes.
Entonces María Magdalena fue y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también les contó lo que él le había dicho.
Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
- ¡Paz a ustedes!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús les dijo otra vez:
- ¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
Y sopló sobre ellos, y les dijo:
- Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.
Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después los otros discípulos le dijeron:
- Hemos visto al Señor.
Pero Tomás les contestó:
- Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer.
Ocho días después, los discípulos se habían reunido de nuevo en una casa, y esta vez Tomás estaba también. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos y los saludó, diciendo:
- ¡Paz a ustedes!
Luego dijo a Tomás:
- Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado. No seas incrédulo; ¡cree!
Tomás entonces exclamó:
- ¡Mi Señor y mi Dios!
Jesús le dijo:
- ¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!
Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él.
OBSERVACIONES
Los cuatro relatos difieren mucho; lo único que los une es el argumento principal. Los detalles no coinciden prácticamente en ninguno.
En unos hechos tan importantes para el cristianismo y que se basan en la tradición oral (incluso en la inspiración divina, según la teología) resulta extraña la disparidad de relatos.
Diferencias
Marcos dice que la piedra ya no tapaba el sepulcro y que el ángel estaba dentro. Mateo dice que el ángel quitó la piedra con un fuerte estruendo cuando esperaban entrar las mujeres. Lucas menciona dos ángeles y contradice a Mateo. Y Juan no dice nada de ángeles.
Marcos dice que fueron María Magdalena, María la madre de Santiago, y Salomé y que, asustadas, no dijeron nada a nadie. Mateo dice que fueron María Magdalena y la otra María y sí dijeron lo que habían visto. Lucas dice que las que llevaron la noticia a los apóstoles fueron María Magdalena, Juana, María madre de Santiago, y las otras mujeres. Y Juan dice que fue sola María Magdalena pero se volvió corriendo a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, que fueron a verlo.
¿Y a quien se apareció Jesús resucitado?
Según Marcos, Jesús se apareció primero a María Magdalena. Después de esto, Jesús se apareció en otra forma a dos de ellos que iban caminando hacia el campo. Más tarde, Jesús se apareció a los once discípulos, mientras ellos estaban sentados a la mesa.
Mateo sólo dice que los once discípulos se fueron a Galilea, al cerro que Jesús les había indicado.
Según Lucas dos de los discípulos hablaron con Jesús y, después, a los once apóstoles y a sus compañeros, que lo pudieron tocar y comer con él. Luego Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta Betania.
Juan dice que al llegar la noche los discípulos lo vieron. Ocho días después, los discípulos se habían reunido de nuevo en una casa, y Jesús entró, se puso en medio de ellos y Tomás lo tocó.
Marcos se desmarca asegurando:
«Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes; y si beben algo venenoso, no les hará daño; además pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos sanarán.»
A esto Juan sólo dice que Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.
CONCLUSIONES
Los relatos de la muerte de Jesús presentan una similitud que hace suponer que derivan de una historia real. Por el contrario, los relatos de la resurrección difieren en muchos detalles. Salvo en el argumento principal que mantienen sus seguidores, cada uno escoge los detalles de acuerdo a su interpretación.
Esto nos puede servir para diferenciar entre un episodio histórico y otro desarrollado como base para una comunidad de seguidores. Si no hacemos esta diferencia resultaría extraño encajar un relato tan heterogéneo como una historia real. ¿Los hechos más importantes del cristianismo no se propagaron por tradición oral de una manera homogénea? Sin embargo, la muerte de Jesús sí se mantuvo más coherente. Este sí pudo ser un episodio real y dramático; por el contrario, la resurrección parece un relato interpretado y divulgado por cada autor sin rigurosidad histórica.
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Muy buena observación, Riskov. Pareces un sabueso (en España, te llamarían "Rastreator")
ResponderBorrarAún siendo la resurrección un relato inventado, no deja de ser extraño que los evangelistas no se pusieran de acuerdo en relatarla igual. No sé si es que en esos tiempos no era necesaria la escrupulosidad histórica, sino que, teniendo en cuenta el tipo de público al que iba dirigida la historia esa, creían que la diferencia en detalles no tendría importancia.
Seguramente los distintos evangelios iban dirigidos a una comunidad lejana respecto de otras. No tenían Internet para poder comentar esas pequeñas diferencias que sólo siglos más tarde tendrían la suficiente importancia como para poner en duda toda esa fábula.
Lo importante era la resurrección. La gente creía el hecho principal dejando los detalles para los "maestros". Es más, la gente no leía los evangelios. Seguramente la mayoría eran analfabetos, además de saber tan sólo, y a duras penas, su propia lengua y, como "la buena nueva" iba dirigida a todo el imperio, seguramente no se traducían. Bastaba con que los predicadores de turno, cual telepredicador americano, soltara una arenga proselitista sobre Jesús y su resurrección sin entrar en detalles, y eso bastaba para que el cristianismo se reprodujera.
Si en nuestros tiempos, esos mismos detalles no hacen mella en los creyentes de ahora, menos podrían afectar a aquellas personas analfabetas y que sólo podían enterarse de los hechos milagrosos a través del relato oral.
Sea como sea, lo cierto es que, para un investigador que quiere saber la verdad, todos esos detalles denuncian una clara invención de una historia destinada a fundar una religión.
Hola:
ResponderBorrarTal vez sea una buena idea decir de que versión de la Biblia se refiere el artículo.
Con respecto al tema de la resurrección, además de las discrepancias, agrego que el evangelio de los canónicos más antiguo es el de Marcos, el más corto también.
Porque mejorar las historias hace que se vuelvan más largas, los otros 3 evangelios.
Los 2 manuscritos más arcaicos de Marcos, en el comienzo del siglo IV, terminan con las mujeres huyendo de la tumba vacía.
Este sería el final original, al que luego se agregaría el resto que conocemos de Marcos.
Lo cual fue conveniente para la Iglesia, dado que Jesús ordenó a sus apóstoles, (y los que los sucederían por extensión), que el evangelio fuera difundido a toda criatura, apoyándose en Marcos 16:15 de la Vulgata.
Cuando originalmente Marcos termina en 16:8.
Saludos.
Hola Kamu:
ResponderBorrarLas citas las he copiado de www.biblegateway.com, la cual las obtiene de la versión Reina Valera 1960.
He puesto a los evangelistas en orden cronológico de escritura. Efectivamente, el primero es Marcos. Este es más corto y más modesto en milagros. Los posteriores modifican algunas cosas pero, sobretodo, añaden hechos milagrosos.
El nacimiento milagroso se desarrolla con Mateo; antes, ni Marcos ni Pablo en sus cartas dice nada sobre ello. Y que Jesús existe desde el principio de los tiempos proviene del último en escribir, Juan.
Hola bernat.
Camino a hombros de gigantes: he seguido las investigaciones de Antonio Piñero. Aunque no es el único que interpreta de esta manera. Pero no lo he copiado: me ha costado un tiempo hacer este ensayo porque he ido comprobando cada cita y las diferencias.
Valió la pena el esfuerzo, Riskov.
ResponderBorrarMuy buen aporte.
Saludos.
Buen trabajo Ryskov.
ResponderBorrarLo mejor es que las dos primeras partes permiten establecer lo que llaman los historiadores "La posibilidad del Jesús Histórico" y la última (la Resurrección) muestra el inicio de la divinización de Jesús. Es sobre ese milagro de la resurrección sobre el que se funda toda la teología cristiana. No lo digo yo, lo dice Pablo en una de sus cartas a los Corintios: (15:14)
Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.
Dice eso, pero sugiere mucho mas: que ese milagro, en su tiempo, no era universalmente aceptado por la tribu cristiana.
Y hablando de milagros siempre es bueno recordar a Hume:
Sin embargo, Hume nos dice que ningún testimonio puede ser adecuado para establecer la ocurrencia de un milagro. El problema que surge no es tanto con la confiabilidad de los testigos como con la naturaleza de lo que se informa. Un milagro es, según Hume, una violación de la ley natural. Suponemos que una ley de la naturaleza se obtiene solo cuando tenemos una experiencia extensa y sin excepciones de un cierto tipo de fenómeno. Por ejemplo, suponemos que es una cuestión de ley natural que un ser humano no pueda caminar sobre la superficie del agua mientras está en su estado líquido; esta suposición se basa en el peso de un enorme cuerpo de experiencia obtenida de nuestra familiaridad con lo que sucede en los mares, lagos, fregaderos y bañeras. Dada esa experiencia, siempre tenemos la mejor evidencia posible de que, en cualquier caso particular, un objeto con una densidad media suficientemente grande, que se haya colocado sobre la superficie de un cuerpo de agua, se hundirá. Según Hume, la evidencia a favor de un milagro, incluso cuando se proporciona con el testimonio más sólido posible, siempre será superada por la evidencia de la ley de la naturaleza que se supone se ha violado.
Hume tambien dice que "ningún testimonio es suficiente para establecer un milagro, a menos que el testimonio sea de tal tipo, que su falsedad sea más milagrosa que el hecho que se esfuerza por establecer". Siempre debemos decidirnos por el milagro menor. Debemos preguntarnos, ¿qué sería más milagroso: que Jesús caminó sobre el agua, o que los testimonios bíblicos de este evento fueran falsos? Si bien ocasionalmente podemos encontrar testimonios que son tan fuertes que su falsedad sería muy sorprendente, nunca nos encontramos con ningún testimonio cuya falsedad sería absolutamente milagrosa. En consecuencia, la conclusión razonable siempre será que el testimonio es falso.
Lean con cuidado el párrafo porque luce simple, pero tiene sus compliques.
Lo que dice Hume, está muy bien, pero creo que se toma -o se tomó- demasiadas molestias en desmontar los testimonios de los milagros.
ResponderBorrarYo tengo un ejemplo favorito para explicar eso, que seguramente me habréis visto escribir alguna vez. Si me viene un campesino montado en un burro y me dice que viene de Ganímedes de tomarse un cafetito con los extraterrestres que ahí viven, y que dicho viaje lo ha hecho montado en su pollino exclusivamente, no necesito a Hume para dar por hecho la falsedad de tal aventura. :%)
No es que quiera estropear tu buen comentario, Voltaire, es que tenía ganas de decir algo, je,je.
No te preocupes Bernie, pero te informo que yo hice el mismo viaje a Ganímedes pero en un elefante.
ResponderBorrarY en relación con la entrada, una foto un tanto blasfema del Apostol Tomas verificando las heridas de Cristo.
https://whyevolutionistrue.files.wordpress.com/2018/11/img_1410.jpg
Cuando se aplica el criterio de Hume a la resurrección de JC se debiera concluir que no ocurrió, porque la falsedad del relato bíblico es mucho menos improbable que la vuelta a la vida de un cadáver putrefacto con las vísceras parcialmente devoradas por las bacterias del tracto intestinal.
ResponderBorrarPero algunos apologistas cristianos replican que la resurrección no es tan improbable porque es un hecho sobrenatural, una intervención del dios cristiano en este mundo, un ser omnipotente capaz de resucitar muertos.
Se les pregunta cómo pueden probar la existencia de ese dios, y entonces recurren a la (supuesta) creación del universo desde la nada, al misterio del inicio de la vida (abiogénesis), al de la consciencia y a otros argumentos similares del "dios de los vacíos".
Esos argumentos no prueban la existencia de un dios, pero aún si lo hicieran, sólo probarían la intervención de un dios indefinido, no la del dios cristiano.
En resumen, razonan así:
- Los vacíos en el conocimiento científico prueban la existencia de "dios".
- Ese dios tiene que ser el cristiano.
- El dios cristiano hizo que JC resucitara.
Misterio resuelto :)
"Lucas menciona dos ángeles y contradice a Mateo."
ResponderBorrarLos apologistas dicen que no hay contradicción.
Que los evangelios cuentan la misma "historia" pero desde la perspectiva de testimonios diferentes, por lo que le darán más importancia a ciertas cosas y no tanto a otras. Lo esencial es lo que siempre se menciona.
Así en la cita que refiero, dicen que el número de ángeles no es esencial, en Mateo "...porque un ángel del Señor bajó del cielo..." no dice que "sólo un ángel", en el segundo caso habría contradicción porque excluiría que fueran dos.
Así convencerán a los adeptos que los leen supongo.
Quien no se consuela es porque no quiere.
ResponderBorrarLa historia realmente ocurrió y había dos ángeles pero yo solo me fijé en uno. ¡Qué importancia tenía el otro! Para detallitos estamos...
En fin, entiendo que sirva de pretexto para creyentes. Pero después dicen que esos relatos demuestran la veracidad del cristianismo.
Cabría preguntarse por el momento en el que cada uno de los supuestos escritores de cada manuscrito se pusieron a escribir y si no se copiaron entre ellos (cosa que también explicaría la razón de los parecidos).
ResponderBorrarBuscando la fecha en la que se redactó cada evangelio (no hace falta dar credibilidad a las fuentes pues en realidad tienen tanta credibilidad, yo diría que más, que la biblia en sí misma), he encontrado que el primero, (San Marcos) se escribió 32-42 años después de los hechos que relata. El siguiente (San Mateo) pudo haber sido escrito más de 30 años después del anterior. San Lucas también lo escribió entorno a 50 años después de que sucediera todo y el de San Juan se escribió entre 100 y 150 más tarde de aquellos.
Cuando ponemos a una cadena de personas a relatar un accidente de tráfico que acaba de suceder, las versiones que no se retroalimentan a sí mismas, es decir, aquellas que divergen de fuentes únicas aunque todas presentes en los hechos, acaban conviertiendose en diametralmente opuestas. Si esperamos entre 30 y 150 años, es fácil concluir que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Además, una vez se unen en un único documento, este fue revisado y actualizado a gusto del revisor y las copias que se hicieron del mismo pudieron sufrir el mismo camino. Lo único que se puede decir de la biblia es que se trata de un buen ejemplo de cuento multiautor, muy anticipado a su tiempo. Algo así como lo que hacen hoy en día las series televisivas que crecen con la colaboración de los televidentes. El único argumento para darle veracidad parece ser su propia antigüedad por lo que cabe esperar que dentro de un par de milenios consideremos divinidades reales a todos los personajes de Juego de Tronos o la Guerra de las Galaxias simplemente por el hecho de que haya mucha gente que efectivamente recuerde el mismo cuento.
La cronología más aceptada es:
ResponderBorrarMarcos: alrededor del año 70.
Mateo: alrededor del año 80.
Lucas: escribió en torno al 85-90.
Y Juan escribió en el 95-100.
Jesús murió en el año 30 ó 33 (dc, no ac, permitidme la broma). Estas fechas son las únicas posibles en torno a esos años en que la pascua coincidiera con la relatada.
Una manipulación de los textos sería más factible en un inicio, en el siglo I. Posteriormente cada comunidad cristiana contaba con alguna copia para su predicación y sería más difícil modificar textos sin liar a los predicadores.
Por ello, es muy posible que la Biblia se compilase sin grandes cambios. Esta es una de las razones por las cuales fue de acceso restringido tantos siglos.
Riskov, decir que cada comunidad cristiana contase con una copia de la biblia poco después (o antes) de que se terminase de escribir alguno de sus fragmentos es bastante atrevido. Creer que cada copia era idéntica a lo anterior es igualmente atrevido.
ResponderBorrarLa profusión de distintas sectas, "herejías" para la secta católica, muestra que efectivamente existían tantos predicadores como versiones. El hecho de que la versión católica acabase predominando solo indica el poderío económico y militar acumulado por ésta con la consiguiente persecución a la que sometió a las restantes sectas. La compilación católica del siglo III o IV es una versión más de ellas y en cualquier caso ha seguido "evolucionando" desde entonces.
Si los testigos de Jehová o cualquier otra versión moderna se convirtiera en religión de referencia para alguna potencia que tuviera capacidad para perseguir en el resto del mundo a las restantes, dentro de otros 2000 años se podrá hablar de nuevo de la "coherencia" de la biblia y de lo poco que se ha manipulado aunque tenga poco que ver con la que conoces.
Aquí debo discrepar o. al menos, matizar:
ResponderBorrarRiskov, decir que cada comunidad cristiana contase con una copia de la biblia poco después (o antes) de que se terminase de escribir alguno de sus fragmentos es bastante atrevido. Creer que cada copia era idéntica a lo anterior es igualmente atrevido.
Yo dije:
Una manipulación de los textos sería más factible en un inicio, en el siglo I. Posteriormente cada comunidad cristiana contaba con alguna copia para su predicación y sería más difícil modificar textos sin liar a los predicadores.
En un inicio sería más factible introducir cambios que en el siguiente siglo. Aquí ya no sería "poco después (o antes) de que se terminase de escribir...", sino bastante después.
Se sabe que en el siglo II los textos se habían copiado muchas veces para ser utilizados en
cada comunidad cristiana.
La profusión de distintas sectas, "herejías" para la secta católica, muestra que efectivamente existían tantos predicadores como versiones. El hecho de que la versión católica acabase predominando solo indica el poderío económico y militar acumulado por ésta con la consiguiente persecución a la que sometió a las restantes sectas. La compilación católica del siglo III o IV es una versión más de ellas y en cualquier caso ha seguido "evolucionando" desde entonces.
La compilación fue única hasta el siglo XVI, en el que Lutero y los suyos se separan y seleccionan los libros de la biblia y quitan algunos. La Biblia protestante es menor que la católica. Pero, aun así, no corrigen los escritos.
Las diferentes interpretaciones de los predicadores se basó en un mismo texto; la Biblia era única para todos. Incluso para los ortodoxos, los cuales discutieron la guía espiritual y los concilios derivados de ellos pero no la Biblia.
Si los testigos de Jehová o cualquier otra versión moderna se convirtiera en religión de referencia para alguna potencia que tuviera capacidad para perseguir en el resto del mundo a las restantes, dentro de otros 2000 años se podrá hablar de nuevo de la "coherencia" de la biblia y de lo poco que se ha manipulado aunque tenga poco que ver con la que conoces.
Para ello tendrían que eliminar todo rastro de antiguos textos. De lo contrario, tendríamos fundamentos para refutar su pretendida coherencia.
Este es el problema de la Iglesia Católica (también de los protestantes): la Biblia es la originalmente compilada en el siglo IV, de textos con poca modificación desde el siglo I, por lo que son fantasiosos e increíbles para los críticos de la actualidad.
Igual han habido manipulaciones en ciertos "detalles":
ResponderBorrarPor dar un ejemplo tenemos Marcos 5:1, Reina-Valera 1960 (RVR1960)
El endemoniado gadareno
(Mt. 8.28-34; Lc. 8.26-39)
5 Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos.
Marcos 5:1, Nueva Versión Internacional (NVI)
Liberación de un endemoniado
5 Cruzaron el lago hasta llegar a la región de los gerasenos.
En la versión del Rey James la maravilla ocurre en la tierra de los gergesenos.
¿Por qué es importante la diferencia?, "Gerasa" es como es mencionada la región en cuestión en los manuscritos más antiguos de Marcos, esta a como a 50 kms de la orilla del mar de Galilea.
¡Los desgraciados cerdos tuvieron que recorrer mas que una maratón para terminar suicidándose!, por una ruta escarpada según relata el evangelio, si consideramos el ángulo de la diagonal de un cuadrado con respecto a su lado como "escarpado" eso sería la elevación de "Gerasa", ¡al menos 6 veces más alta que el Everest!.
Se cambió en otras versiones a "Gadara", que aún es distante 8 kms de la orilla del dichoso mar, y en otro país.
Una mejor es "Gergesa", que si se cree es una región a la orilla del mar de Galilea.
No mucha fiabilidad bíblica por cierto.
Nunca entendí qué beneficio perseguían los demonios al ingresar en los cerdos y luego ahogarse. Iban a morirse acaso los demonios junto con los cerdos? No son acaso inmortales los demonios? Distraerían con esto a Jesusito para no ir de inmediato al infierno?...
ResponderBorrarSin embargo: atención granjeros, e incluso consumidores de productos de charcutería, o chacinería. La moraleja del pasaje es clara: Los cerdos, amigos, pueden ser poseídos por verdaderos demonios. Yo cumplo con mi deber de avisar, estimado Riskov.
;-))
Estas cuestiones son del mismo género que las declaraciones de Jesús con respecto a la inmunidad al veneno de serpiente, hablar nuevas lenguas, y otros prodigios que acompañarán al creyente. Sin embargo, los creyentes, No creen. En general salen corriendo en cuando ven una cobra, y de nuevas lenguas, nada, tal vez un poco de inglés, portugués, francés... así obviamente, cuando venga Jesusito, vaya a saber si encuentra fe en la tierra, señores.
Walrus