2023-05-27

361.- La falacia más despreciable


Autor: Riskov

Recuerdo aquel foro de filosofía, allí donde aún participan algunos que pretendían tener siempre la razón y nunca ceder en nada. Tal actitud era motivo de orgullo para ellos. ¿Cómo pude dedicarle varios años? Supongo que tenemos que pasar por esa experiencia para entender que hay mejores tareas a las que dedicar nuestro tiempo.

En aquellos años ese tipo de forista no aprendió nada de los demás, tal como ellos mismos me respondieron al formularles tal pregunta. ¿Entonces, para qué participaban? ¿Pretendían saberlo todo y mantenerse en su perfección? ¿O sí querían aprender pero allí nadie tenía el nivel para ello? ¿Pero, en este caso, por qué seguían allí? No le veo sentido. Menos aún considerando que el foro era anónimo. Quien eso hace se convierte en un personaje, un personaje cerril.

El diccionario de la RAE señala que el cerrilismo es la actitud de la persona cerril y esta es la persona que se mantiene excesivamente firme en sus ideas, intenciones u opiniones, con obstinación o terquedad.

Fruto de aquellos y otros intercambios dejé mi postura a favor del libre albedrío limitado hacia un determinismo débil (determinación más algo de aleatoriedad cuántica) sin libre albedrío. Me alegra pensar que yo sí aprendí algo, no mucho, y que supe reconocerlo. Además, practiqué la redacción discursiva, aprendí sobre la forma de pensar de otras personas y sobre falacias variadas.

Y hablando de falacias… En mi experiencia, el hombre de paja es la falacia más desestabilizadora, el elemento que me indica que el actor es tramposo y no quiere responder a mis verdaderos argumentos. Se trata de la más deshonesta. En el hombre de paja se caricaturiza el argumentario adversario para responder fácilmente. Esta falacia rompe el debate, por cuanto el falaz inventa un argumento falso y se responde con ventaja. Conlleva incomprensión de lo que ha dicho el adversario y una completa falta de respeto. Queda imposibilitado el intercambio instructivo.

Cualquier otra falacia es menos limitante del debate: la del castillo, de composición, generalización, autoridad, circular, falsa dualidad, falsa equivalencia, populista, non sequitur, etc. Muchas de ellas se vierten por ignorancia (incluso hay una falacia llamada así) pero no por caricaturizar al interlocutor y romper el debate.

Una falacia que podría acercarse en cuanto a agresividad sería la “ad hominem”. Sin embargo, no llega a romper el debate ya que no tergiversa el argumento oponente y es más fácil de desmontar.

Una manera muy sencilla de evitar la falacia del hombre de paja es copiar el párrafo en cuestión y responderlo a continuación. El cerril no lo hará; prefiere que el argumento original se difumine.

La defensa cerril exige emplear todo tipo de falacias para blindar el castillo. Y, entre el amplio surtido, empleará las más deshonestas, habitualmente la del hombre de paja.

Nuestras opiniones no solo muestran un punto de vista sino que nos sirven para entender el mundo e, incluso, nos proporcionan una identidad. Las opiniones forman parte de nuestro ser. De aquí se deriva la defensa de nuestras ideas, en muchas ocasiones de manera férrea. En el extremo, no nos permite aprender (crecer, como se dice ahora); ni siquiera nos permite comprender al interlocutor.

El cerril no aprecia matices; su posición es la Verdad, con mayúsculas, y requiere defenderla de las falsedades adversarias. Mantenido en su personaje, el cerril llega a pensar que el otro es el férreo: ¡Si está claro que yo tengo la verdad y el otro no me da la razón…!

¿Y el cerril ha llegado a comprender el argumentario adversario? ¿Ha llegado a pensar que el otro puede tener una parte de razón? ¡No hace falta, si el que tiene la razón soy yo y el otro no me la da!

Vemos que hay una dicotomía entre mantener una cosmovisión y crecer. Realmente, lo sano es caminar entre ambos. Los extremos deben ser evitados. ¿Mantener sin crecer? Muy habitual. ¿Crecer sin mantener? Esto no es factible porque significaría partir de cero cada día. Mantengamos una posición y una disposición a aprender.


11 comentarios :

  1. Según mi experiencia, el hombre de paja es una de las falacias más habituales, pero no la más deshonesta. En realidad, todas son igualmente deshonestas cuando se cometen adrede para torcer el debate. No sé si existe un nombre para una muy popular que, quizás no pueda llevar el nombre de falacia, pero sí de una forma de desvirtuar una discusión. Se trata de las afirmaciones o negaciones gratuitas colocadas o intercaladas en medio de un debate y que pretende desvirtuarlo por completo diciendo que “equis es falso o verdadero” sin presentar ninguna prueba. Otra parecida, es afirmar con rotundidad que algo que es de dominio común, y que todo el mundo da por cierto o falso, resulta que se dice todo lo contrario a lo que se da, en principio, por sabido. Ese tipo de actitudes rompen por completo la línea de discusión, puesto que tienes que olvidarte del punto central del tema para resolver esas cuestiones que de repente te rompen los esquemas.
    Una de las falacias más deshonestas es la “petición de principio” una de las más utilizadas en temas de teología y creencias. Continuamente se apela a la propia Biblia para “demostrar” su propia veracidad y, ante la denuncia de tal falacia, algunos niegan que lo sea y, encima, te achacan a ti esa misma falacia.
    En los años que llevo debatiendo, nunca habría imaginado el nivel de deshonestidad, incluso mezquindad, de muchos a la hora de practicar falacias y sofismas descaradas que, además, se niega que lo son sin ningún rubor. Al final, yo mismo me he atrevido a hacer un diagnóstico de dichas personas. Necesitan tanto mantener su verdad que utilizan todo lo necesario para ello por muy mezquino y tramposo que sea. Para esa gente, el fin justifica los medios.

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    1. Veo que cada uno tiene rabia por las falacias que más le han fastidiado.
      A mí me molestan menos las que suponen ignorancia y más las que conllevan caricaturización del interlocutor.
      Sea como sea, tras la experiencia de cada uno, ya tenemos nuestras manías. Y ya me he cansado de discutir con cerriles.

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    2. Lo que me molesta es, sobre todo, la deshonestidad. Decir una cosa y negarla mas tarde, sacar de contexto lo que han dicho otros, o cercenar parte de sus comentarios para hacerles decir algo distinto a lo que decían, cambiar el argumento del debate en función de lo que se le va rebatiendo, hacer un uso abusivo del copiar/pegar, repetir mil veces lo mismo ignorando las respuestas y preguntas de los demás...

      Pues eso, no soporto a los deshonestos.

      Renzo

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    3. A mí me aburre el uso frecuente de palabras polisémicas sin aclarar el significado que se les está dando, o el cambio de su significado durante la discusión (falacia de equívoco). Dos casos típicos son:

      - "Dios": puede referirse al dios cristiano (creador milagrero, referente moral, juez justo, etc.), o al creador incognoscible que no interactúa con su creación, o a la naturaleza misma (panteísmo), etc. Muchas veces se trata de creyentes en el primero, que, cuando se ven en apuros ante las contradicciones lógicas que su definición implica, se enrocan en el dios descafeinado que sólo crea los quarks, electrones, gluones, etc.

      - "Universo": puede ser la conocida burbuja espacio-tiempo que -según el Modelo Cosmológico Estándar- comenzó a expandirse hace unos 14 mil millones de años desde el nivel subatómico, o todo lo que existe, que bien podría ser mucho más que esa burbujita. La primera tuvo un inicio, pero ello no implica que todo lo que existe lo haya tenido.

      El uso descuidado de esas palabras da lugar a diálogos de sordos.

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    4. El primer ejemplo que citas está desarrollado en la entrada 227.- La falacia más utilizada actualmente.
      Y en la entrada 294.- ¿En qué dios crees? exigimos que el creyente se defina antes de establecer el debate.

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  2. Como siempre, es un placer leeros; tanto la entrada como los comentarios de los asiduos a este blog.

    Aún no he visto ningún filósofo que se retracte de alguna de sus especulaciones para darle la razón a otro y mucho me temo que nunca lo veré. Cada filósofo vive en su cámara de eco personal en la que sólo se escuchan a si mismos y cuando se les cuela la voz de algún otro lo suelen tomar como un ataque directo.
    Ya que estamos, a mí lo que más me molesta es el Galope de Gish, más conocido como "ametralladora de falacias". Cada vez que alguien, en un alarde de prepotencia intelectualoide me viene con 200 verdades a medias antes de que me haya dado tiempo a abrir la boca, suelo responder con la pregunta ¿podrías repetirme todo eso pero argumentándolo? Normalmente suele funcionar porque la "ametralladora" se vuelve contra quien la maneja.

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    1. Deduzco que las falacias que más nos molestan están muy relacionadas con nuestra experiencia. Cada uno tiene la suya.

      Yo sigo pensando que el hombre de paja es una bomba contra el intercambio argumental. Supone no entender al interlocutor y caricaturizar su argumento. Para mí es definitivo. He llegado a un punto que, cuando me sucede, doy por finalizado el debate.

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    2. La verdad es que llevas razón. Eso de salir por peteneras es muy propio de gañanes con ínfulas.

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  3. Soy asiduo desmenuzador de revistas de crucigramas. El ejemplar que transito por estos días, trae un pie de página aplicable al tema que nos ocupa. No tiene desperdicio, al menos en mi caso. Dice: “La mejor y única manera de pelear con una mujer (con mi mujer) y salir airoso, es con el sombrero. Tómalo y échate a correr”

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  4. La mía corre más que yo Kurqueto
    🥴

    Renzo

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  5. Te saludo Renzo.
    Este año cumplí las Bodas de Oro. Una de las varias conclusiones que obtuve es que el matrimonio se trata de un sacerdocio.
    Pero de esos sacerdocios de los que habla el antiguo testamento. Con esos no se jode. Al menor error, ¡sonaste! Y si no, échale un vistazo a Levítico 10:1-2.
    Saludos cordiales. K.G.

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