2023-05-13

359.- La influencia de Lutero


Autor: Riskov

El discurso de odio es el peor elemento que las doctrinas ideológicas transmiten a la humanidad. En la historia tenemos muchos y desgraciados ejemplos de ello, incluso hasta llegar al presente. El más famoso en la culta Europa ha sido el odio nazi hacia los judíos.

Sin restar responsabilidad del genocidio por parte de los dirigentes nacional-socialistas alemanes, es cierto que el discurso hunde sus raíces en su cultura; no lo inventaron ellos, solo lo llevaron hasta el paroxismo.

Alemania es de mayoría cultural protestante, siguiendo la estela de Martín Lutero. Veamos qué escribió este monje sobre los judíos.

De su obra “Sobre los judíos y sus mentiras”, de 1543, Lutero lanzó afirmaciones tales como:

Son un pueblo abyecto y despreciable, es decir, no un pueblo de Dios, y su jactancia de linaje, su circuncisión y su ley deben ser considerados sucios.

Están manchados con las heces del diablo (…) en las que se revuelcan como cerdos.

La sinagoga es una novia impura, sí, una ramera incorregible, una mujerzuela impía.

Seremos culpables de no destruirlos.

Esta última alegación, más contundente aún que las anteriores, preconiza su posterior genocidio. Los nazis no tuvieron que aportar elementos intelectuales novedosos (no les quito responsabilidad en su ejecución).

Además, en la misma obra Lutero propugna que las sinagogas y escuelas rabínicas deben ser pasto del fuego, sus libros de oración destruidos, que se prohíba a los rabinos predicar, que sus casas sean arrasadas y sus propiedades y dinero confiscados. No se les debe mostrar ninguna piedad ni misericordia, ni facilitar protección legal alguna, y «estos infectos gusanos venenosos» deben prepararse para el trabajo forzado o la expulsión definitiva. Esto último ya se había hecho medio siglo antes en Castilla y Aragón, actual España.

En el mismo 1543, varios meses después, Lutero escribió “Del Nombre Incognoscible y las generaciones de Cristo”. En esta obra “acertó” a decir:

Aquí en Wittenberg, en nuestra iglesia parroquial, hay una puerca esculpida en la piedra de la que maman cerditos y judíos; detrás de la puerca se encuentra un rabino que alza la pata derecha de la cerda, le levanta el rabo y le mira con gran esfuerzo en el Talmud bajo el rabo, como si quisiera leer o ver algo muy difícil y excepcional; sin duda encontraron su Schem Hamphoras [Nombre de Dios] en ese lugar.

Ellos son nuestros principales enemigos. No dejan de blasfemar de Cristo nuestro Señor, tratando a la Virgen María de puta, a Cristo de bastardo, y a nosotros de imbéciles o alimento de ganado. Si ellos pudieran acabar con todos nosotros, lo harían de grado. Ya lo hacen a menudo, especialmente aquellos que se hacen pasar por médicos, aunque a veces ayudan, porque el diablo ayuda a terminar la faena al final. Suelen ejercer la medicina como en la Suiza francesa. Administran veneno a personas que morirán en una hora, un mes, un año, o en diez o veinte años. Son muy duchos en este arte.

Finalmente escribió:

Vamos no obstante a mostrarles amor cristiano y a orar por los que pueden ser convertidos y recibir al Señor, a quien ellos deberían honrar verdaderamente antes que nosotros. El que no cumpla con esto será sin duda un judío perverso, que no va a dejar de blasfemar de Cristo, te dejará seco y, si puede, te matará.

¡Qué piadosos somos; les damos amor cristiano y oramos por ellos! ¡Pero tenemos que defendernos de su peligro diabólico y acabar con ellos, por el bien divino! Se implantan las raíces del genocidio.


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